6:1 Las visiones (Apocalipsis 19:11-22:5)
Las últimas visiones, en las cuales Juan nos cuentan lo que él “vio” empiezan en Apocalipsis 19:11 y se extienden hasta Apocalipsis 22.5. Hay siete en total:
19:11-18 El caballo blanco y su jinete, él que pelea con justicia;
19:19-21 Destrucción de la Bestia, el profeta falso y sus aliados;
20:1-3 El diablo/Satanás atado por 1000 años;
20:4-6 La primera resurrección; los santos reinan con Cristo 1000 años;
20:7-10 Satanás se suelta al final de los 1000 años; está destruido;
20:11-15 El trono blanco y el juicio final; y
21:1-22:5 Jerusalén la nueva; el Paraíso restaurado.
Es conveniente tratar las seis visiones del capítulo 20 inicialmente:
Apocalipsis 20.
Es evidente que Apocalipsis 20:1-3 es una continuación de los sucesos del capítulo anterior. Hay que recordar que en el texto original no había divisiones como capítulos. Al final de la batalla en el capítulo 19 “la bestia y el profeta falso fueron apresados”, y ahora en el principio del capítulo 20 el dragón (la serpiente antigua) o sea Satanás está aprehendido, atado y luego es arrojado al abismo por mil años (Ver el ANEXO 17). A primera vista, el dragón no tomaba parte en el conflicto del capítulo anterior, sin embargo, a él se lo menciona en primer lugar en Apocalipsis 16:13-16, con los otros dos “para reunirlos (los reyes del mundo) a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso”, o sea Armagedón. Él es la encarnación del pecado, en especial del pecado organizado, que se manifiesta en las naciones impías. Tal influencia seria controlada, mientras Satanás está encadenado en el abismo. Cuando nos preguntamos cómo Dios va a restringir o limitar el efecto del pecado durante 1000 años, encontramos la respuesta en Salmo 2 (citado en el capítulo 19), y en Isaías:
“Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Isaías 2: 3-4)
Apocalipsis 20:4-6 nos indica que Cristo recibirá ayuda durante su reinado de paz con los santos, y el versículo 4 dice:
“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron (“volvieron a vivir” NVI) y reinaron con Cristo mil años.”
Entre los que han de vivir y reinar con Cristo están aquellos que han sido decapitados por causa del testimonio de Jesús. Este pasaje establece que entre aquellos que reinarán están aquellos que, antes del milenio, murieron y esto presupone una resurrección de entre los muertos al principio de tales mil años.
La referencia en Apocalipsis 20:5 acerca de “otros muertos” que “no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años”, es casi como un paréntesis y examinaremos las implicaciones más adelante. Seguimos con lo que dice el texto acerca de los que reinarán con Cristo, Apocalipsis 20:4b-6 (NVI):
“Volvieron a vivir” (los santos muertos) “y reinaron con Cristo mil años…Ésta es la primera resurrección; los demás muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron los mil años. Dichosos y santos los que tienen parte en la primera resurrección. La segunda muerte no tiene poder sobre ellos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.”
De inmediato surgen tres inquietudes. ¿Por qué seria llamada esta “la primera” resurrección al principio del milenio, y quienes son los resucitados? ¿En qué consiste la segunda muerte? y ¿Quiénes son “el resto de los muertos?”
La calificación de «primera resurrección» tal vez implica una «segunda», aunque la Biblia nunca utiliza esa terminología. Es tentador mirar adelante en el capítulo 20 hasta los versículos 12 y 13 donde hay referencia de otra resurrección. ¿Esta puede ser la “segunda” resurrección? Una posibilidad es que la palabra “primera resurrección” igualmente se puede referir, no al orden en tiempo sino a la clase, importancia, o categoría de resurrección (como “una mejor resurrección” en Hebreos 11:35). Hay que recordar que en Apocalipsis 20 el enfoque está en el reino de Cristo y el galardón de los santos, y no tanto en la condenación de los que no lo han seguido fielmente.
En cuanto a la frase “los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años”, suena como los que no han sido fieles discípulos “los otros muertos”, se pospone su resurrección hasta el fin del milenio (Apocalipsis 20:12-15). Sin embargo, esto no puede ser porque hay muchos versículos en la Biblia que indican que hay resurrección de justos e injustos al mismo tiempo cuando Jesús regresa (Daniel 12:2, Mateo 25:31-46, 2 Corintios 5:10). En la segunda venida de Cristo, “los otros muertos” serán resucitados, pero a “la resurrección de condenación” y estos son los que no han sido fieles a Cristo, no viven (como los santos) hasta el tiempo del cumplimiento de los mil años, están sujetos “a la segunda muerte” (v. 6). Simplemente no viven “los otros muertos” en el milenio, y tampoco después, por supuesto.
Reflexión final (Apocalipsis 20)
¿Por qué tantos comentaristas creyentes y temerosos de Dios están en desacuerdo con la interpretación de este capítulo?
Si el texto está escrito en lenguaje apocalíptico (género apocalíptico, ¿por qué a tanta gente le gusta interpretarlo de manera literal e histórica?
¿Por qué atan a Satanás por tanto tiempo? ¿De dónde procede las naciones de los vv.3 y 8?
¿Cuántos grupos están involucrados en el v.4? ¿Por qué este detalle tiene tanta importancia?
¿Por qué resulta extraño que en este capítulo la resurrección sea descrita en dos etapas?
¿Cómo coexisten los santos resucitados con las naciones existentes?
¿Quiénes están involucrados en el juicio del Gran Trono Blanco de los vv.11-15?
Apocalipsis 21:1- 22:5:
En la introducción habíamos hablado del viaje por medio de Apocalipsis como una jornada atravesando un túnel largo y oscuro, con luz verdadera solamente al principio, con la visión inicial del Cristo recorriendo las iglesias, y al final cuando UNO es transportado al reino venidero. Desde el capítulo 6 en adelante hemos estado con la incertidumbre de cómo debemos entender las visiones vividas y relatadas por el apóstol. Solamente en los últimos capítulos 21 y 22, salimos de la oscuridad de interpretación, con Juan y los primeros oyentes, a la luz maravillosa del reino venidero.
Para los primeros oyentes, escuchando al lector durante más de una hora, la última visión acerca de la esposa y el reino venidero hubiera llegado como un alivio. ¡Desde el capítulo 11, y con el toque de la séptima trompeta, ellos habrían estado en espera de más detalles acerca de tal reino, pero de manera muy frustrante la visión siguiente, en el capítulo 12, volvió atrás hasta al primer advenimiento de Jesús! Diez capítulos más tarde por fin iban a llegar a tener, no únicamente un panorama de lo prometido a los fieles, sino más detalles de los galardones para el “que venciere” en cada iglesia.
El capítulo 21 empieza con la segunda descripción de la llegada de la esposa del Cordero, y también, una potente voz anunciando la presencia de Dios entre la humanidad:
“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron……Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.” y “Aquí está el tabernáculo de Dios con los hombres,… y Dios mismo estará con ellos…” (Apocalipsis 21:2,3 )
La frase “el tabernáculo de Dios” debería alertarnos al hecho de que las fiestas del séptimo mes en el calendario de los judíos, o sea de las de Trompetas y Tabernáculos, se las habían asociado con el fin de los tiempos, el juicio, y el establecimiento del Reino de Dios en la tierra. (Ver el ANEXO 18). No es sorpresa entonces encontrar, que los primeros cristianos adoptaran las figuras de tales fiestas, y en el Nuevo Testamento las utilizó para describir tanto la obra de Jesús en su primer advenimiento (p.ej. Apocalipsis 12), así el efecto de su esperado regreso, en el segundo advenimiento (p.ej. Apocalipsis 11:15-19). Un verdadero renacimiento de símbolos.
Los principales símbolos durante la fiesta de los Tabernáculos fueron los de agua y luz, y para reforzar el tema de luz se establecieron candeleros de oro en el patio de las mujeres en el Templo, para emitir su luz sobre toda la ciudad. También, había una ceremonia diaria durante la fiesta para sacar agua del estanque de Siloé, y llevarla al templo para hacer una libación de agua al lado del altar. Todo esto explica porque en los capítulos 21 y 22 hay tanta referencia a la luz y el agua.
“La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillan en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella…allí no habrá noche” (Apocalipsis 21:23-25) “No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni luz de sol, porque Dios el Señor los iluminará…” (Apocalipsis 22:5)
“Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida” (Apocalipsis 21:6 y 22:17). “Después me mostró un río limpio de agua de vida…” (Apocalipsis 22:1)
En Apocalipsis 21:9 Juan es invitado por uno de los siete ángeles que tenía una de las copas a ver a la esposa del Cordero.
“Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo de Dios, teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima…” (Apocalipsis 21:10-11)
<<La gloria de Dios se ve en vistazos a través de los profetas (p.ej. Ezequiel 1) y es mejor expresada en verdadero arte visionario. Así también es la descripción de la nueva Jerusalén en Apocalipsis 21:12-21. Una construcción simbólica de forma cúbica, con altura igual de anchura y longitud, con doce puertas como doce perlas. Los cimientos de la ciudad son doce de doce piedras preciosas distintas, y la calle de la ciudad de oro puro.>> (N.T.Wright)
“Hay que notar que la nueva Jerusalén no tiene templo porque Juan dice específicamente: Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo, y el Cordero” (Apocalipsis 21:22)
En ese aspecto entonces, la visión de Juan es diferente a la que tuvo Ezequiel, desde “un monte muy alto” (Ezequiel 40:2). La profecía de Ezequiel se enfocaba casi exclusivamente sobre el templo, diciendo poco acerca de la ciudad. Aquí en Apocalipsis, como contraste, el inverso es observable. No obstante, mucho de la descripción se ha tomado directamente de Ezequiel, como por ejemplo el río que sale del trono de Dios y del Cordero, y los árboles de vida a cada lado del río. (Cp. Ezequiel 47:1 y 12).
“En medio de la calle de la ciudad (la nueva Jerusalén), y a uno y otro lado del río (de agua de vida), estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.” (Apocalipsis 22:2)
El simbolismo es llevado también del jardín de Edén y el árbol de la vida (Génesis 2 y 3). Sin acceso al árbol de la vida Adán y sus descendentes enfrentaban la muerte, como el resto de la creación por fuera del jardín. Aparentemente, en igual manera la población aun mortal en el milenio necesitaría acceso, en figura, al árbol de vida al lado del río para su sanidad. Es probable que Isaías 65:18-20 (NVI), en su descripción de “los nuevos cielos y nueva tierra”, capta perfectamente la situación:
“Alégrense más bien, y regocíjense por siempre, por lo que estoy a punto de crear: Estoy por crear una Jerusalén (por su puesto Jerusalén la nueva) feliz, un pueblo lleno de alegría. Me regocijaré por Jerusalén, y me alegraré en mi pueblo; no volverán a oírse en ella voces de llanto ni gritos de clamor. Nunca más habrá en ella niños que vivan pocos días, ni ancianos que no completen sus años.”
<<Por fin, en Apocalipsis 21,22, a través del Cordero y los santos redimidos, vemos el gran proyecto de Dios puesto en marcha, no con el fin de que el resto del mundo fuera del campo de los santos se vuelva irrelevante, sino más bien a la espera de la eventual promesa que la gloria y conocimiento de Dios llene toda la tierra “como las aguas cubren el mar”>> (N.T.Wright) (Isaías 6:3, 11:9 y Habacuc 2:14).
¿Quién se puede resistir a no formar parte de semejante proyecto…ni en los días de Juan, ni ahora para nosotros?